martes, 29 de octubre de 2013

Sobre "Cineastas", la obra, y Javier Lorenzo, el actor

“Creo que me gusta actuar lo que no existe”.
Javier Lorenzo en Cineastas de Mariano Pensotti, Teatro Sarmiento


“Cineastas”, la obra de Mariano Pensotti, plantea que al mismo tiempo que la ficción se alimenta de la realidad, nos influye lo que recibimos de la ficción y muchas de nuestras conductas, reacciones y decisiones son el resultado de esa influencia. Así también su obra accionará sobre nuestra vida y son los actores los que dejan en nuestra memoria las expresiones que teñirán las nuestras en la vida real. Javier Lorenzo es uno de los actores, interpretando varios personajes como lo hacía en El pasado es un animal grotesco, la obra anterior de Pensotti. Es su firma actoral hacer que comprendamos las más inverosímiles situaciones y los estados más complejos -como la del secuestrado obligado a vestirse de Ronald Mc Donald- para amarlo, reír, comprenderlo, llorar y rogar por él, todo al mismo tiempo.

En un escenario de dos plantas donde se distribuyen los argumentos ficcionales de las películas en una y las vidas de los cineastas que las imaginan y dirigen en otra, los actores despliegan una rutina exigente, vertiginosa de textos y movimientos, entretejiendo una variedad completa de emociones dispares a toda velocidad. Javier Lorenzo se encuentra otra vez en medio del baile al que lo convoca Mariano Pensotti junto a sus compañeros -Horacio Acosta, Elisa Carricajo, Valeria Lois y Marcelo Subiotto- y han sido entrenados durante meses para poder mantener el ritmo frenético de “Cineastas” con fluidez (meses que no habían sido aún cobrados, como nos enteramos por un comunicado de la AAA al final de la función que me tocó ver).  Y no se trata solo de movimientos que hacen gala de un virtuosismo corporal, es un todo de palabras agolpadas en textos que queremos escuchar íntegros, de gestos grandes y otros casi imperceptibles de respuestas, de cambios abruptos de estado de ánimo en la muy posible vida de estos cineastas involucrados con sus películas como se involucran los directores de cine en países como los nuestros: el todo por el todo y no se sabe con qué empecinamiento maníaco y vital, mientras la vida transcurre como un lanzamiento de jabalinas transversal, irreversible y violenta. El director más comercial de los cuatro, al que se le hace más fácil, se entera que tiene una enfermedad incurable, entonces empieza a incluir sucesos de su vida personal en el guión. Una directora experimental se separa de su marido mientras realiza un documental sobre la separación de la Unión Soviética vista a través de sus películas musicales. Una directora independiente  hija de un desaparecido y de novia con una chica, recibe el encargo de filmar una película que la mortifica sobre un desaparecido que sorpresivamente regresa vivo en el 2013 y desequilibra la vida de sus hijos. Un cineasta sin dinero tiene que trabajar  en McDonalds para vivir y roba plata para filmar una película que intenta ridiculizar a las multinacionales y su imaginario, al mismo tiempo que empieza a ganar posiciones en la empresa hasta casi olvidar su proyecto. Las vidas de los cineastas les tironea de la ropa y de los pelos para llamarles la atención mientras intentan llevar a cabo sus proyectos, ficciones que creen elegir pero que terminan eligiéndolos a ellos.

En un momento te fuiste de tu pueblo Javier, ¿qué querías hacer? ¿Por qué te fuiste? ¿Cuándo fue?
Sentí que me  quería ir en la adolescencia. No sabía bien ni a donde ni a qué, solamente imaginaba vivir en una ciudad grande y en el anonimato. Primero me fui a estudiar a La Plata -licenciatura en informática- y me quedaba chica, quería perderme y era imposible.  Un día vine a visitar a una amiga a Bs As y entendí que era acá donde quería estar. Empecé a estudiar teatro después de algunos fracasos universitarios. Una amiga estudiaba teatro y me decía “vos tenés que estudiar teatro”. Y empecé, pero sin ninguna convicción de que quería ser actor. Pero creo que es lo primero que hice con mucha responsabilidad.

¿Cómo  contribuyó esta decisión y la elección de actuar en tu formación personal? ¿Cómo se sabe qué es lo que se quiere hacer y ser en ese momento que no sabemos nada demasiado?
No creo que sería el mismo si no hubiese sido actor. No me imagino haciendo otra cosa. Además  ser actor me da el tipo de vida que tiene que ver conmigo. Sin horarios fijos, trabajar con mucha gente distinta todo el tiempo, viajar sin tener que organizar el viaje, dormir hasta tarde, no tener el peso del domingo pensando que el lunes empieza todo de nuevo.
Las cosas ocurren, no las pienso mucho, no podría decir el porque de mi vocación o de porque me enamoro cuando me enamoro, creo que son cosas que exceden mi razonamiento. Con respecto al trabajo, tengo la suerte de que desde hace algunos años está absolutamente ligado al placer. Quiero decir que actúo en las obras que me gustan y con la gente que me gusta estar. Por eso mi trabajo es poco trabajoso, mas allá de la dedicación y el esfuerzo que demanden. No considero que tenga una vida sacrificada, a muchos les gusta decir eso de si mismos, a mí me da vergüenza. He trabajado bastante como la gran mayoría pero para mi nunca fue un sacrificio. Con “El pasado es un animal grotesco” viajamos un montón y hasta estuvimos de gira dos meses por EE.UU, cada tanto nos mirábamos y nos decíamos “que culo que tenemos che”. También doy clases en el IUNA (mi trabajo estable) otro trabajo que disfruto y en el que aprendo todo el tiempo.

¿Hay alguna clave a la hora de entender que el trabajo puede ser algo placentero y que de todos modos implica trabajo, responsabilidad y el cuidado de la relación con otros?

 Para mí, mi trabajo es un encuentro de tipo amoroso con otros, y mi actitud es siempre tratar que la relación funcione. No me interesa otra forma de trabajo. “Cineastas” es lo que es por el talento de todos pero también por el encuentro que se produjo. El hecho de que disfrute tanto de este trabajo tiene que ver con la obra, con lo que me toca pero también con que me gusta encontrarme con el grupo. Ir de gira con las obras de Mariano es como irse de viaje de egresados, otro de sus grandes talentos es la manera en la que forma equipos. Un placer enorme.

Y al dar clases ¿usás los mismos principios?
Desde el primer día les digo siempre a los alumnos que este es un encuentro, y que como cualquier encuentro puede funcionar o no, y esto no da cuenta necesariamente del talento de ninguna de las partes. “Dedicate a otra cosa” es una frase que habla del que la dice.  En su lugar, si la cosa no funciona yo digo: “probá con otro”.

¿Cómo conseguís ese efecto de risa piadosa que provocan los personajes que interpretás?

Cuando actúo diferentes personajes no pienso en nadie en particular. Esos particulares están seguramente registrados en mi imaginación. Creo que me gusta actuar lo que no existe. Supongo que por eso hago el tipo de teatro que hago. En las obras de Mariano lo que primero hay que entender, es algo tan básico, pero que a veces nos olvidamos, que es que actuar es un juego, apasionado como un partido de truco, pero es un juego que cobra sentido solo si se lo juega en serio sabiendo que nada tan importante está en juego. No les creo a los actores que actúan avisando desde su actitud que están haciendo algo importantísimo, o que son sumamente inteligentes o que sufren muchísimo. Creo que una de mis principales búsquedas cuando actúo es poner en escena mi vulnerabilidad. Algo que me ha costado mucho, por ese deseo de agradar, de estar bien etc,  Me gustan los actores que no esconden la posibilidad del error

¿Algo sobre el futuro?

No tengo muchas decisiones tomadas ni en mi vida privada ni en la laboral, simplemente voy viendo que me va pasando. Será por eso que no construyo cosas duraderas. Será por eso que hago teatro. Algunas veces cuando estoy actuando y siento que “está ocurriendo” pienso en ese momento y en como hacer para que se repita, dificilísimo como el amor. No me interesa la  “carrera”, esa idea de que hay que construir algo con determinados pasos para llegar quien sabe donde. De lo que más me enorgullezco es de mis amigos. Tengo varios y de diferente antigüedad y a los que veo con diferente frecuencia (eso es lo único duradero que armé). ¡Qué suerte los amigos!