viernes, 18 de marzo de 2016

Terror histórico

Nunca tenemos miedo comentamos con mi amiga mientras volvemos a casa. Nunca ese miedo de decir eso no lo hago porque me da miedo.
Pienso: miedo, miedo, a ver...alguna vez tengo que haberlo sentido.
Tal vez sea miedo Aquello.
Aunque a eso lo reconozco más como Terror.
Cuando aparece lo aparto de mi mente como si darle lugar fuera invocarlo.
Lo sentí por un momento yendo en el tren a La Pampa.
Íbamos con mi hija en el camarote y pasábamos por los pueblos y nos saludábamos sonriendo con la gente con la que nos cruzábamos.
Íbamos tan bien y hasta tocando la guitarra.
Y nos había costado la mitad que el micro.
Sacamos la vianda, comimos y nos acostamos con una mantita con olor a limpio.
Cuando cerramos la puerta y todo parecía demasiado bueno para ser verdad,
sentí eso que tal vez sea el terror del que hablo.
Fue como un flash de cosas quemadas en medio de la calle, desmantelamientos, demoliciones, edificios abandonados, detenciones clandestinas, aviones sobre una plaza.
Lo primero que veo en el día con unos mates es el final del documental sobre la bomba atómica -para empezar bien arriba.
Miro la foto de la sala Argentina
no tengo miedo de cantar en un lugar tan lindo
no tengo miedo de desafinar o de olvidarme una palabra
no tengo miedo de caerme en el escenario o de que los aplausos no sean muy fuertes,
no tengo miedo de llegar tarde ni de que mi vestuario, es posible,
no sea el perfecto
pero no puedo evitar sentir otra cosa,
ese terror de la historia.





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